Cuentos
y leyendas de Xalatlaco, Estado de México.
LOS TROTAMUNDOS.
Cuentos de arrieros.
El contador de cuentos era el tío pedro,
el sabia de aparecidos, de animales, de Santos y de arrieros, que hasta creo
que el los inventaba, que en los caminos
que recorríamos los iba haciendo, los iba pensando. También hubo un tiempo en
que se compraba libros de vidas ejemplares, de historias y el de Pedro de
Urdimalas, de este, todos los cuentos se
los aprendió y les agrego de su cosecha, y como tenia gracia para contarlos
pues era un deleite escucharlos, donde quiera que llegaba, al menor motivo
salía con sus cuentos: en los mesones, fondas de medio jornal y parajes, apenas
estaban descargando a los animales y ya estaba con sus cuentos, diciendo de
donde surgió el encanto de tal barranco o de tal cerro, de los rumbos en que
andaba el Judío Errante que venia de Mesopotamia, de los amoríos de Maria de
Magdala y de tantos seres que son historia. Con el cuento del árbol que da
dinero entretuvo muchas veces a nuestros hacheros del Ajusco, en tiempos en que
se permitió la tala de árboles por el rumbo de agua Grande. Así es que nos
decía que...
Cuando Pedro
Urdemalas le quedaban ya solo dos
centenarios de oro, los fue a cambió en moneditas de a cuartilla. Más de mil le
dieron, recién acuñadas, y tan limpiecitas que brillaban como un sol. Corto un
arbolito de oyamel y con la misma trementina que tenia, con mucho cuidado le
fue pegando las moneditas que quedaron colgando de las ramas, como si fueran
frutas del mismo árbol. Con el sol, las cuartillas relumbraban que daba gusto
verlos y ni tardo ni perezoso, llevo su invento a un cruce de caminos, paso obligado de
comerciantes y arrieros y se sentó a
presumir su árbol que daba dinero, todos los que pasaban por allí se quedaban
sorprendidos, se admiraban mirando
aquella maravilla, porque nunca había visto árboles que diesen moneda.
Así es que al ver acercarse un grupo de arrieros, Pedro de Urdimalas empezó a mover su arbolito, sonaban las monedas para llamar la atención y lo logro, el patrón le entro curiosidad, ambición y paro a preguntar.
— Oiga vale, ¿qué arbolito es éste?
— Este arbolito, le contestó Pedro, es el Árbol que da dinero.
— Amigo, véndame un “piecito” de su árbol para plantarlo; le doy cien pesos.
— Mire, patrón, le dijo Urdemalas, ¿pa’ qué lo engaño? Los retoños de este árbol no se pegan.
— Véndame, entonces, el árbol entero; le daré hasta mil pesos por él.
— Pero, patrón, ¿de que me ha visto la cara? ¿Cómo se figura que por mil pesos le voy a dar un árbol que en un año da mucho más que eso?
Entonces el patrón le dijo:
Así es que al ver acercarse un grupo de arrieros, Pedro de Urdimalas empezó a mover su arbolito, sonaban las monedas para llamar la atención y lo logro, el patrón le entro curiosidad, ambición y paro a preguntar.
— Oiga vale, ¿qué arbolito es éste?
— Este arbolito, le contestó Pedro, es el Árbol que da dinero.
— Amigo, véndame un “piecito” de su árbol para plantarlo; le doy cien pesos.
— Mire, patrón, le dijo Urdemalas, ¿pa’ qué lo engaño? Los retoños de este árbol no se pegan.
— Véndame, entonces, el árbol entero; le daré hasta mil pesos por él.
— Pero, patrón, ¿de que me ha visto la cara? ¿Cómo se figura que por mil pesos le voy a dar un árbol que en un año da mucho más que eso?
Entonces el patrón le dijo:
— y que tal si le doy cinco-
— No, patrón, ¿se imagina su merced que por cinco mil pesos le voy a dar este arbolito que es mas bien una mina de plata? Si cometiera el error de venderla, no la dejaría en menos de diez mil pesos; sí, señor, en diez mil pesos, ni una cuartilla menos, y esto por que usted me cayo bien y se que lo va a cuidar como yo-
-Ya dijiste y que nadie se raje- dijo el patrón muy contento.
— No, patrón, ¿se imagina su merced que por cinco mil pesos le voy a dar este arbolito que es mas bien una mina de plata? Si cometiera el error de venderla, no la dejaría en menos de diez mil pesos; sí, señor, en diez mil pesos, ni una cuartilla menos, y esto por que usted me cayo bien y se que lo va a cuidar como yo-
-Ya dijiste y que nadie se raje- dijo el patrón muy contento.
-Ten los diez mil pesos y
dame tu arbolito-
Pedro de Urdimalas
todavía como que no quería.
-Mire si me da su mula
gruya puede que quedemos al pelo-
-No, no te puedo dar la mula, solo los diez mil y ya-
-Entonces hágame un favor, dijo Pedro de Urdimalas, déjeme sacudir
por ultima vez mi arbolito, total usted lo va a tener de por vida-
-Trato hecho-
Pedro de urdimales
sacudió fuertemente el árbolito del que se cayeron todas las moneditas de a
cuartilla, las que levanto y guardo junto con los diez mil pesos de su venta.
El patrón se fue muy
contento con el arbolito, su gran negocio, que ya en su casa, a los tres
días se estaba secando y conociendo el
engaño, y le dio tanto coraje que se le hacia chica la boca para echarle
maldiciones al abusado que lo había hecho tonto.
Mientras tanto, Pedro Urdemalas se había ido por los caminos con los diez mil pesos producto de la venta, y sus moneditas de plata producto de su última cosecha.
Mientras tanto, Pedro Urdemalas se había ido por los caminos con los diez mil pesos producto de la venta, y sus moneditas de plata producto de su última cosecha.
Tradición Oral de
Xalatlaco.
Recopilación de Alejandro Patiño Díaz.
Responsable del proyecto: Alejandro Patiño
Díaz y Guadalupe Xochitla Patiño Mejía.
(Centro de resguardo de la memoria histórica del Barrio de San
Bartolomé. Xalatlaco, México. Sección Migrantes.
Se publico en el periódico local "Objetivo de la comunidad", 2°quincena de enero del 2010.
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